El Sr. Julio Boquete quién vive en
Buenos Aires - Argentina, viajaba en auto con su familia a pasar la
navidad del año pasado con otros familiares en Montevideo, pero en
el camino -cerca de nuestra ciudad- en la Ruta 22, viniendo
desde la Ruta 21 el auto se descompuso.
Como él mismo cuenta, fue increíble
como esa dificultad se transformó en un hermoso recuerdo inolvidable
de nuestra ciudad.
A continuación les dejamos su
historia, la cual no tiene desperdicio:
A
CUALQUIERA LE PUEDE PASAR
“Podés tener un inconveniente
mecánico en la ruta, que el auto no responda y te deje en el medio
de un campo sin árboles una mañana de diciembre mientras la
temperatura y el sol suben impiadosos.
Si uno va acompañado de la familia,
el trago se comparte, pero si viene la abuela, la preocupación por
su comodidad en esas circunstancias comienza a hacerse sentir.
Podés tener la fortuna de hacer
dedo para buscar ayuda y que el cuarto coche que pasa te levante, y
encima, se comunique él mismo con un mecánico y le pida que te
venga a ayudar.
Puede ocurrir que el mecánico
llegue y al no poder resolverlo, te remolque 20 km hasta su pueblo y
te lleve al taller de quien pueda resolver el problema.
Y a uno le toca esperar en ese
diciembre con sol y temperatura en ascenso.
Puede ser también que el mecánico
te ofrezca que uses su camioneta para llevar a la familia a comer a
algún lugar, mientras llega el otro mecánico.
Podés llegar a comer a un boliche
del pueblo que por el calor te ofrezcan llevar a la abuela a una casa
fresca para descansar mejor mientras esperan.
Podés llamar a un taxi del pueblo
para volver al taller y que llegué casi al momento.
Te puede pasar que hables con un
mecánico electricista de un pueblo de campo que sepa que se puede
adaptar en tu auto un repuesto de otra marca que había en la casa de
repuestos del pueblo y no tengas que demorar otro día esperando el
repuesto de tu marca.
Claro, ese trabajo lleva unas tres
horas y en la hora de la siesta en diciembre, es complicada la
espera.
Pero se puede alivianar si alguien
te ofrece ir a su casa, para esperar en un ambiente fresco, mientras
el mecánico hace su trabajo.
Claro, puede ocurrir que la persona
que te lo ofrezca esté muy ocupada, pero te deje en su casa mientras
ella continúa con su trabajo de taxista.
Sería sorprendente, pero puede
ocurrir.
A veces los mecánicos cumplen con
terminar el trabajo en el horario establecido, no siempre, pero
ocurre.
Y también puede pasar que llames al
taxi y llegue en menos de 5 minutos para trasladar a toda la familia
al taller.
Uno a veces encuentra talleres con
excelente disposición que hacen trabajos excelentes y cobran precios
razonables.
Puede ocurrir que la persona del
taxi, se ponga en tu lugar y ni siquiera te quiera cobrar los viajes.
Pero encima, uno puede conocer buena
gente a partir de un problema.
Claro, es muy difícil que todo
ocurra, si sale una cosa no sale la otra; pero, hay un pueblo en
Uruguay, a pocos kilómetros de Colonia, donde vive gente que hace
que estas cosas ocurran todas juntas, donde la solidaridad no es sólo
una palabra.
Todo esto ocurrió el 21 de
diciembre allí, en Tarariras.
Lo que era un problema complicado,
se transformó en una experiencia de vida inolvidable.
Ningún seguro puede cubrir toda la
cadena de ayuda y solidaridad que vivimos. Un ejemplo de convivencia
y de no ser indiferente a necesidades ajenas.
Eterno agradecimiento por este
ejemplo a:
Sonia, la taxista que nos trasladó
y nos dejó en su casa.
Fabián, el mecánico que nos
remolcó.
Emanuel, el mecánico que arregló
el auto.
El paisano que llamó a Fabián.
Los que atendían el restaurante.
Encontrarse con tan buena gente, nos
enriquece la vida...
Muchas gracias gente de Tarariras!”
Julio compartió esta historia en su
Facebook, pero quería que además de sus amigos, nosotros también
nos enteráramos de esta cadena de favores, por lo que nos la
compartió y solicitó publicación.
Sinceramente al leerla se me llenaron
los ojos de lágrimas (y a que a varios de ustedes también).
Cuando le comenté con mucho orgullo
que Tarariras tendrá sus cosas, pero que, en solidaridad no se si
nos ganan, finalizó diciendo:
“Realmente fue una hermosa
experiencia, y es bueno resaltarla en épocas en que hay tanto
individualismo.
Tengo el mejor recuerdo de toda la
gente de Tarariras con las que nos cruzamos”.
Tarariras ¡adelante, adelante!