Más de 5.000 niños han pasado por el
Proyecto Educativo Ser Nativos, demostrándonos lo importante y
necesario de continuar trabajando aún con más esfuerzo, en las
escuelas de nuestro país.
Cada niño qué es tocado y
sensibilizado con el valor de nuestro patrimonio cultural y ambiental
nunca más lo olvida, para ellos la palabra Charrúa significa saber,
valor, coraje, respeto y amor. La palabra guayabo ya no es algo
desconocido sino parte de su vocabulario cotidiano enriqueciendo su
orgullo por el hermoso país donde ese niño nació y vive.
Esos niños que han participado en el
proyecto, al pasar por un monte nativo ven cada árbol como algo
único, que esos árboles tienen nombre y que en ellos viven miles de
seres vivos, esos niños se encariñan con el medio que los rodea ya
que no son indiferentes ante su entorno, lo respetan y se convierten
en guardianes de nuestra flora y fauna.
Con esta motivación empezamos nuestra
labor educativa en las escuelas que, por razones de disponibilidad de
tiempo al estar involucrados a la construcción de un proyecto
productivo con fines educativos, este año nos abocamos a las
escuelas Nº54 y Nº142.
En el taller de alimentación en este
año, entre otras degustaciones elaboradas con frutos nativos,
pudieron saborear crema de butiá, una sencilla elaboración de esta
fruta nativa, que fue aprobada por unanimidad tanto en paladares
infantiles como adultos. La curiosidad pudo más que el miedo a lo
desconocido y todos comieron un desayuno nativo y muy nutritivo.
El segundo taller fue de pueblos
originarios y muestra de piezas aborígenes del museo itinerante de
Casa Pueblo Arcoíris, lo que reforzó el conocimiento de lo
autóctono.
La comunidad infantil se convirtió por
un día en una comunidad Charrúa, no faltó nadie: el consejo de
ancianos decidió las actividades de la comunidad; los alfareros
hicieron vasijas; cazadores fueron a buscar el alimento; recolectores
encontraron butiá, pitanga y guayabo; los niños Charruitas fueron
cuidados con mucho amor por las niñeras elegidas; robustos Charrúas
construyeron un pirí (hogar en lengua nativa) y los cocineros
ofrecieron deliciosos manjares autóctonos.
Todo culminó con orden y algarabía,
el número de padres que participó en ambos talleres fue asombroso.
Nuestro sueño y objetivo sería
aumentar cada año las escuelas que puedan implementar el proyecto,
sólo nos falta que más personas puedan involucrarse y puedan
trabajar en las escuelas, ya sea dando un taller de manualidades o
del conocimiento que cada uno posee.
Es sólo eso, comprometerse y ayudar al
equipo docente en esta ardua, vital y fructífera tarea que es el
enseñar, para que esos niños sean adolescentes y luego adultos
socialmente respetuosos de la comunidad que habitan, trabajadores
sociales abocados a cuidar y mejorar la misma.