Pasando las elecciones, quienes se
sienten vencedores pavonean sus sentimientos de victoria frente a
quienes se sienten perdedores, como si esto fuera una suerte de
revanchismo ideológico, conducta ésta, que deja una sensación
agridulce a la fiesta democrática. Hace muchos años, realmente
muchos años, se definía en la batalla de las Termópilas, Salamina
y Platea el destino del mundo, miles de hombres libres lucharon
contra el imperio Persa y su ejército de esclavos al servicio de su
emperador-dios, permitiendo así, tras vencer en dichas batallas, que
el concepto del “poder del pueblo” llegara hasta nuestros
tiempos. Se definía así el mapa político de Grecia, constituida
por varias ciudades estados, cuna de la Democracia. En un mundo
plagado de imperios, Grecia era un faro de libertad del pensamiento y
libre expresión. Con guijarros blancos y negros, se votaban las
leyes dentro de un parlamento cuyos oradores fueron los pensadores
más exaltados que el mundo conocería y sus proyectos e ideas darían
un marco para las futuras democracias del mundo, siendo sus
postulados enseñados aún hoy. Las democracias son o pretenden ser
un escenario propicio para que el Hombre se exprese en todo su
potencial, tanto político como religioso, filosófico con la
particularidad del pensamiento de cada quien. No es casualidad que en
el mundo antiguo, Grecia fuese un crisol de sabios pensadores,
descubridores, matemáticos y filósofos de un porte extraordinario
no siendo esto a causa de algún Dios caprichoso que decidió
iluminar este lugar o a causa de la comida que ingerían, ésta
efervescencia de conocimientos tan diversos y tan profundos fueron
consecuencias de la Democracia, Hombres libres pensadores sin que un
tirano esclavizara sus ideas y sometieran sus palabras al silencio.
Es por esto que aquellos que se sienten vencedores o aquellos que se
sientan perdedores en la contienda electoral dentro del marco de una
Democracia deberán comprender que la sangre ya fue derramada por
muchos para que nosotros solo tengamos una fiesta. “Las tiranías
se basan en los ideales más exaltados pero carentes del respeto por
los demás”.
La Democracia es el poder que emana del
pueblo y es el pueblo quien debe regularse a sí mismo en la
expresión de ese poder y comprender la responsabilidad que contrae
con su ejercicio. El problema con la libre expresión es identificar
el límite natural que existe entre lo que voy a expresar y la forma
de hacerlo es decir la forma y el contenido son la clave de toda
manifestación democrática exitosa. Las Democracias se debilitan
desde dentro cuando se transforma el proceso más importante de una
comunidad en simples números porcentuales y expresiones de alegría
o tristeza con tintes de odio y revanchismo. A la Democracia hay que
protegerla, si, de nosotros mismos y ésta es la segunda batalla,
luego de que miles de hombres libres, hace ya cientos de años,
vencieran en la primera.
Pablo Cestaro
2.667.314-8