El “caso” de la tararirense Leticia
Urrutia radicada en Minas no tiene, ni tuvo, la prensa que cosechó el de
Natalia Martínez. Desde hace mas de nueve años Leticia figura como
desaparecida, en el marco de una trama que involucra, entre otros, a un ex jefe
de Policía, a un comunicador radial y a un reconocido empresario minuano. La
diaria supo que estos dos últimos tuvieron que declarar recientemente en
calidad de indagados. La indiferencia de los medios de comunicación hacia esta
realidad estimula el silencio de la sociedad local y alienta la falta de
pronunciamiento de los referentes políticos que podrían alentar la
investigación. Quizá por todo esto, hace nueve años que nadie habla de Leticia.
O casi nadie. A fines de febrero de 2007 el popular comunicador radial Abel -El
Negro- Duarte recibió por enésima vez en su programa de Radio Oriental,
Musicalísimo, a un viejo amigo, que llegó acompañado por otro de igual calidad.
Uno de ellos era el ex jefe de Policía de Lavalleja, José Pose Sanmartín,
procesado por autoría de peculado el 5 de agosto de 2004, delito cometido
principalmente entre 2001 y 2003, época en la que gozaba de su más alto índice
de popularidad. Y además tenía poder. Era el único jefe de Policía que
respondía políticamente al presidente Jorge Batlle, que lo mantuvo en el cargo
hasta poco tiempo antes de que lo procesaran, desconociendo el reclamo de
expulsión que encabezaban el por entonces diputado socialista Artigas Melgarejo
(denunciante de Pose ante la
Justicia Penal ), el aún edil local Alejandro Libonatti
(también socialista) y, entre otros, el senador Francisco Gallinal (Correntada
Wilsonista).
Amigos son los amigos
Un año antes de que Pose fuera
procesado en Minas por el juez Nelson dos Santos (que ahora se esempeña en
Montevideo), Leticia desaparecía del hospital local, luego de ser internada por
una sobredosis. En el expediente abierto consta que la jovencita tenía miedo y
así se lo había hecho saber a su familia, por lo menos un mes y medio antes de
su desaparición. “La policía me tiene marcada”, aseguró la joven a su entorno
más cercano. Ella y su familia habían llegado a Minas a principios de 2000,
desde Colonia, a los efectos de que ingresara a la Fundación Manantiales
de Maldonado, para participar de un programa de desintoxicación. A dos años de
iniciado el tratamiento, la joven había logrado avances e iniciado su
reinserción. Retomó los estudios y comenzó a formar un grupo de amigos. Pero
según los datos que fueron aportados al expediente, entre las personas con las
que comenzó a vincularse había algunas que la indujeron nuevamente al abuso de
las drogas prohibidas. Así, Leticia empezó a ser una cara conocida en la noche
minuana y transcurridos varios meses ya había vuelto al mismo circuito adictivo
del que antes había logrado salir.
Entonces Pose era el jefe de
Policía de Lavalleja y Abel Duarte pasaba música en La Cava , un boliche ubicado en
el Complejo San Francisco de las Sierras, propiedad del empresario local Roque Munua.
En ese establecimiento, Duarte oficiaba de “relacionista público” yanimaba las
veladas con su característica impronta. Además estaba ligado al departamento por
la onda de radio que le había sido otorgada en febrero
de 2000 en Minas (CX-227A,que
opera en la frecuencia 93.3Mhz). Según él mismo reconoció en una entrevista que
le hizo la revista Guambia en 2004, la onda se la entregó el ex presidente
Julio María Sanguinetti, por una cuestión de amistad.Así lo aseguró: “en su
momento le pedí una radio a Sanguinetti. Le pedí la concesión de una frecuencia
cuando se habilitaron varias ondas. Y bueno, se me concedió una radio de Minas.
Por eso sé que es un hombre solidario”. En ese marco llegó el fin de semana del
27 y 28 de julio de 2003.
La última noche
El 27 de julio Leticia concurrió
a La Cava como
lo hacía asiduamente. Estuvo casi todo el tiempo junto a Duarte y tomó varias
cervezas a cuenta suya, que el propio Mutua le servía tras recibir la
aprobación del comunicador. De acuerdo con una versión nunca comprobada, sobre
las tres de la mañana Leticia habría salido del boliche “con unos muchachos de
la rambla”. Sin embargo, hay otra hipótesis sobre la que sí hay indicios firmes
en el expediente, acerca de que abandonó La Cava cuando el boliche cerró y que fue hacia las
cabañas que están ubicadas en los fondos del complejo, junto con otras mujeres
y por lo menos tres hombres: Pose, Duarte y Munua.
En esa “fiesta privada” habría
habido exceso de alcohol y drogas.A la mañana siguiente Leticia volvió a su
casa alteradísima y sin su cartera. “Se la dejé a Munua”, dicen que explicó en
alguna oportunidad antes de “esfumarse”. Lo cierto es que al despertar y darse
cuenta llamó a un taxi y fue a buscarla hasta el Complejo San Francisco de las
Sierras, pero el dueño le dijo que allí no había nada. Al regresar a su hogar
no era la misma; no dormía, estaba como paranoica, hablaba sola. Su madre decidió
internarla el 2 de agosto en el hospital. Los médicos aconsejaron atarla a la
cama porque estaba en una crisis nerviosa. “Acostate
conmigo que me van a matar”, le pidió a su madre, que después de estar todo el
día con ella siguió el consejo del doctor y se fue para su casa a descansar y a
estar con su otro hijo. A media mañana del día siguiente Leticia se apareció en
su casa con el pelo mojado. Se metió en su cuarto, buscó algunas cosas y
mientras su madre, Beatriz Travers, llamaba al hospital para que le dijeran si
le habían dado el alta, la joven desapareció. Pero ella pensó que iba a volver.
Días después, cuando desde el
Complejo se le hizo llegar la cartera de su hija con la cédula de identidad,
tuvo miedo e intentó comprender todas las cosas que su hija le había dicho en
el último tiempo y que la tenían tan preocupada.
Los responsables de Las Sierras
alegaron que la cartera había sido hallada entre unos casilleros que estaban
ubicados al lado del discjockey, es decir, donde esa noche estuvo Duarte junto
a Leticia. Sostienen que al no haberse realizado de inmediato una limpieza a
fondo, no había sido encontrada cuando la chica fue a buscarla.
La otra versión, que estaría
avalada por algunos elementos en poder de la Justicia , indica que la
cartera fue localizada en las cabañas y luego escondida en los casilleros.
¿Qué podría ser tan grave para
que la joven desapareciera? La respuesta podría estar relacionada con el
conocimiento que Leticia habría tenido sobre el movimiento de la droga en Minas
y con un eventual intento de abrirse de los vínculos que la alejaron del camino
de recuperación iniciado.
Quien escribe esta nota no escuchó
el programa. Pero que existió, existió. Fue en el marco de las entrevistas que
Duarte le ha realizado de manera constante a Pose, tanto en Oriental como en su
radio de Minas, desde que eran compañeros de noches y fiestas hasta ahora,
cuando el ex jefe de Policía acaba de obtener su libertad provisional, mientras
continúa el proceso que lo mantuvo en prisión por casi tres años. Espera condena
en esa causa y hay otros expedientes que podrían derivar en nuevos procesamientos
en su contra. Uno de ellos fue abierto por una trabajadora sexual (“Daniela”),
que acusa a Pose de haber querido narcotizarla y matarla porque estaba celoso.
En ese expediente, como en su momento lo informó la revista Caras y Caretas, la denunciante narró ante los
investigadores la relación que la unía con Pose, las fiestas privadas que
organizaba y cómo circulaba la cocaína en esos ámbitos. Esta mujer habría sido
otra de las participantes en la “fiesta” de la que Leticia salió con más miedo
que el que ya tenía. El otro expediente
que tiene a Pose como protagonista potencial es el de Leticia, en el cual
Duarte ya declaró en calidad de indagado.
El día de la entrevista en Radio
Oriental, la nota entre amigos circuló por los temas judiciales que afectan al
ex jefe. El caso Leticia también estuvo presente. Tanto Duarte como Pose se
mostraron preocupados e interesados por la suerte de la chica, aunque no se hizo
mención a la comparecencia del conductor del programa en la sede judicial.
De fondo se escuchaba una voz
que, por las cosas que indicaba, parecía ser la de un abogado. El profesional
parecía pulir en tiempo real los detalles de una declaración que debía ser
impecable, dando instrucciones principalmente a Pose. Es que en diciembre, en
el juzgado de Minas, la declaración de éste no habría sido todo lo buena que el
abogado quería. Las fuentes consultadas por la diaria hicieron notar que Duarte
y Pose comparten en distintas causas al mismo abogado, Daniel Lescano, que a su
vez cuenta con un procesamiento por encubrimiento de homicidio en un sonado
caso de la crónica político policial de Minas: “el caso Alfredito”.
Silencio en Minas
Duarte y Munua, que también tiene
uno de los restoranes más concurridos de Minas, Ki-Joia (ubicado frente a la Jefatura de Policía), concurrieron
al Juzgado a fines de 2006 (diciembre, según las fuentes), asistidos por sus
abogados, en calidad de indagados por la desaparición de Leticia. Antes de
ingresar a la sala para dar testimonio parecían distendidos; una vez adentro,
imposible saberlo. En sus testimonios habrían asumido que conocían a Leticia,
pero descartaron cualquier vínculo con su desaparición y dijeron desconocer
cualquier dato sobre su paradero y estado de salud. Ambos quedaron vinculados a
la causa, de acuerdo con las fuentes consultadas por la diaria. Casualmente, una semana después de que Duarte
invitara a Pose a su programa, el Negro fue el invitado al programa “La Culpa es Nuestra”, de Canal
10. Fue para una sección en la que un personaje indaga sobre la vida de
“personalidades” del quehacer nacional, buscando su veta noctámbula y
“fiestera”.
Al término de ese espacio, el personaje
le hace un regalo al invitado por considerarlo un digno exponente de la
“diversión” nocturna. Sin embargo, Duarte fue el primero en no recibir el
premio, según lo remarcó el frustrado personaje, ya que el invitado no reunía los requisitos. El conductor
radial aseguró que ahora es “otra persona”, que ya no organiza fiestas, que no
bebe whisky -”salvo en circunstancias muy puntuales”-, y que ya no tiene vida
nocturna, como en las épocas en las que era el relacionista público de Munua, y
su otro amigo, Pose, era el número uno de la policía serrana.
Federico Gyurkovits
Extraído de La Diaria N º 261