Hay alguien que ya no está entre
nosotros pero su recuerdo no me abandona. La razón de esto es que
durante muchos años usó mi servicio de remise por algo especial.
Cuando cumplió 90 años ya no le dieron la libreta y entonces habló
conmigo para seguir haciendo sus salidas en mi auto. Arreglamos sin
problemas ya que me conocía desde que nací, era muy amigo de mis
padres y fue compañero en Rotary muchos años. Inclusive él sonreía
y me decía que tenía que hacerle caso porque me conocía desde
antes de nacer, porque más de una vez había ido a mi casa en el
campo y veía a mi madre con panza ordeñando y haciendo las labores
de campo. Era una persona muy ordenada y meticulosa. En realidad fue
la persona más meticulosa que traté en mi vida. Pondré un ejemplo
para que se comprenda mi asombro por la minuciosidad. Un día me
pidió que fuera por su casa porque tenía una sorpresa para mí.
Había ido a Montevideo y fotocopió con color (aquí todavía no
había fotocopiadora color) una tarjeta muy especial. ¡Era la
tarjetita de Bienvenida al mundo que habían hecho mis padres en 1956
cuándo yo nací!. Parece que en esa época se repartía entre las
amistades como presentación de la personita que llegaba al mundo.
Esa tarjeta (de la cual yo no tenía ni idea de la existencia) era un
pequeño tesoro que guardo hasta hoy porque no la tiene nadie. Además
de este detalle me consta que este cliente recibía todos los diarios
de la zona y los ordenaba de tal forma a medida que los iba leyendo y
me decía que por ejemplo iba en mayo y estábamos en setiembre,
porque se atrasaba en la lectura. Tenía otra costumbre que ahora
extraño y era aparecerse con bombones de mañana temprano en todos
los cumpleaños y aniversarios.
Tan meticuloso en estos detalles que a
veces me despertaba el timbre y al abrir, medio dormida me lo
encontraba parado en la puerta con flores o bombones y le preguntaba
qué día era para saber lo que festejábamos. A veces lo invitaba a
cenar con nuestra familia y encantado venía y nos entretenía con
los cuentos de sus viajes a Europa y sus relatos de aquel mundial en
Inglaterra. Iba casi todos los años a visitar a una hija y recorría
en excursiones todos los lugares que podía. Antes de salir dejaba
todo programado e inclusive la orden de que si fallecía en España
no lo trajeran ni velaran porque total él ya había vivido
suficiente. A veces cuando volvía aparecía con un obsequio de
recuerdo que atesoro. Me traía platitos pequeños de colección que
mostraba en mi comedor diario. Volviendo a nuestros viajes juntos
después de sus 90 debo decir que eran: ir a playa Artilleros a
controlar su casa de verano (que no usaba), ir a Montevideo a visitar
sus hijas, a Colonia a controlar sus asuntos financieros o pagar
cuentas o cuotas. Tenía la costumbre de pelearme y se enojaba porque
decía que le costaba hacerme enojar porque yo no entraba en su
juego. Le costaba subir y bajar del auto pero no quería que lo
ayudara porque podía solo.
Por ejemplo quería que entrara a
Montevideo por donde él quería y por miedo a perderme, guiada por
un mapa llegaba a donde íbamos por donde yo quería. Si en alguna
calle me equivocaba, él repetía varias veces que eso me pasaba por
no hacerle caso. Siempre lo visitaba con mi esposo que lo admiraba
por su lucidez y minuciosidad. Un día me invitó con un licor
riquísimo de naranjas que guardaba desde que estaba su señora, esa
tarde trabajé mareada porque lo tomé sin comer antes y era muy
concentrado.
Nunca más volví a sentir ese aroma y
sabor en un licor. A fin de año preparaba su casa para recibir a
mucha gente que en grupos y en diferentes horarios íbamos llegando
para brindar con él. Llevaba la cuenta y si alguien se olvidaba, lo
llamaba por teléfono. También anotaba y controlaba a todos los que
pasábamos por su casa el día de su cumpleaños, inclusive tenía el
registro de los que llamaban. Si nos olvidábamos de ir o llamar
tenía para reclamarnos el resto del año porque él nos daba el
ejemplo no olvidándose nunca. Su casa y patio lucían hermosos,
podaba y cuidaba con esmero cada planta que cultivaba desde que
estaba acompañado. Una navidad el regalo fue fotos de plantas de su
jardín para todos. La verdad que además de tener un hermoso
recuerdo siempre lo tenemos como ejemplo de persona cuidadosa y
ordenada. Lo extrañamos pero mantenemos viva su memoria en cada cosa
que hacemos. Además fue fundador y miembro activo de muchas
instituciones de la zona formando parte de nuestra historia local.
Cuando faltó fue como perder a un amigo y un referente con el cual
podíamos contar incondicionalmente porque sus consejos siempre
tenían el conocimiento y la sabiduría de sus 90 años. Hace unos
años, cuando ya no estaba, nos pasó algo que nos hizo recordarlo y
si antes lo extrañábamos, ahora, nos hace falta para aconsejarnos
ya que él tuvo muchos años enfrentando situaciones familiares
difíciles.
Por: Raquel Oudrí de
Allío
Publicado en periódico
Verdad el 12 de octubre de 2007.