En la calle Montevideo tenía una
clienta que cuando me llama para ir a la casa de la hija o porque
llueve, en vez de decirme el nombre o apellido me dice “llama tu
clienta de calle Montevideo” y eso me causa gracia porque es una
calle con muchas cuadras, pero esa era mi clienta exclusiva y con
otro no va.
Es más, por años no supe ni el
nombre, además cuando no la puedo llevar se va a pie o suspende el
viaje.¡¡Esas eran mis clientas!!. Con ella nos tocó compartir una
experiencia muy dolorosa. El esposo se enfermó de cáncer y debía
hacerse quimios en Rosario. Por decisión de él casi siempre iba
solo conmigo y lo esperaba cinco horas o más acompañándolo. En
Camec me autorizaban dos horas, pero le obsequiaba las otras tres ya
que casi siempre se sentía mal al regresar y no quería que lo
vieran. En el viaje a veces me pedía música suave o intentaba
dormir, otras se sentía mal y parábamos a reponerse. Muchas cosas
de las que me contó quedaron en mi memoria ya que al poco tiempo
falleció. No me resultó fácil contenerlo porque era muy consciente
del tiempo que le quedaba pero a pesar de eso peleó hasta el último
momento. Hasta que dejé de trabajar en el Remise mantuve a la
clienta de la calle Montevideo y más agradecida que antes ya que
compartimos la angustia de esa enfermedad Terminal. Es importante
aclarar que admiro a esa clienta porque hacía años que estando
separada de su esposo, lo recibió y cuidó con mucho esmero cuando
enfermó, hasta que faltó, porque era el padre de sus hijas. Me
parece una actitud de nobleza espiritual difícil de igualar. Aquí
me surge el recuerdo de los alfajores caseros que nos hacía para
mejorar la espera y que tan ricos eran….son.
Ella actualmente continúa trabajando
en una cantidad de casas de familias donde la aprecian muchísimo.
Dos años después de fallecido el esposo, me llama para que la lleve
a tomar un ómnibus y me entero que hacía pocos meses pudo volver a
intentar ser feliz con un hombre muy bueno que también conozco y
traté desde que era pequeña. ¡Que alegría me dio! Me alegré por
ambos y les deseo lo mejor porque se lo merecen. Ya han pasado
pruebas muy difíciles de salud y me tocó acompañarlos, pero con
esfuerzo, trabajo y fe van saliendo adelante y espero así continúen.
Por: Raquel Oudrí de
Allío.
Publicado en periódico
Verdad el 26 de octubre de 2007.