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Perteneciente a las Iglesias Evangélicas Valdenses del Río de la Plata e Italia |
CULTO: Sábado 10 a las 19
horas.
CONSISTORIO: Martes 13 a las
18:30 horas.
LA VIGA PROPIA EN EL
OJO AJENO (Mateo 7: 1 al 5)
A veces somos la causa del problema que
vemos en otros. El viejo marinero dejó de fumar por compasión de su
loro, cuando se dio cuenta de que este tosía cada vez mas seguido y
mas fuerte. Tenía miedo de que el humo de su pipa, que casi siempre
llenaba su habitación que compartían, fuera perjudicial para la
salud de su fiel compañero de todas las horas.
Y no se conformó con eso. Ni bien
llegó al puerto mas cercano, salió a buscar un veterinario.
Atender posibles averías de su barco,
cargar combustible, surtirse de víveres para seguir su viaje,
revisar el botiquín y hasta atender los reclamos pasaron a segundo
plano. Preguntó a la gente del lugar cual era el mejor veterinario.
Le ofreció pagarle el doble del arancel, tal de que el análisis
fuera lo mas exhaustivo posible. ¡No ahorre recursos de tiempo le
dijo! Después de un concenzudo reconocimiento el veterinario llamó
al marinero para darle el diagnóstico: Mire... yo asculté sus
pulmones y estudié su aparato respiratorio. El no padece psitacosis,
ni neumonía nada por el estilo. Pero entonces asombrado el marinero
¿Por qué tose de una manera casi desesperante? Porque como buen
loro sabe imitar. Y lo que viene oyendo de hace un buen tiempo a esta
parte es la tos de su dueño, fumador empedernido.