Ayer viernes 18 de mayo a las 11 de la
mañana, se realizó en la plaza Joaquín Suárez de nuestra ciudad
el acto patrio en conmemoración del 207º Aniversario de la Batalla
de las Piedras.
El mismo contó con la
participación de los centros educativos de la zona, instituciones, abanderados y escoltas de las Escuelas 14, 25, 38, 68, 70, 78, 95, 125, 142, Colegio “San José”, Liceo y Escuela Técnica de Tarariras, Centro Regional de Profesores Suroeste, Jefatura de Policía de Colonia, Batallón “Oriental” de Infantería Mecanizado Nº4 y Prefectura del Puerto de Colonia, junto a autoridades departamentales, locales y vecinos, dio
inicio con la entrada de Pabellones y Banderas Patrias.
Inmediatamente se entonaron las estrofas del Himno Nacional. El Jefe
del Batallón “Oriental” de Infantería Mecanizado Nº4 Teniente
Coronel Sr. Edgardo Villarreal digirió al público unas palabras
alusivas a la fecha. Los alumnos de todas las escuelas y el liceo
cantaron “18 de mayo”, otros danzaron “Cielito de 1811” y el
alumno de la Escuela Nº14 de Paso Antolín Alex Guigou recitó un
poema anónimo titulado “18 de mayo”. Luego participó el grupo
de danza Esperanza quienes bailaron “El Escondido”. Se cantó
“Soy de Tarariras” prosiguiendo con la colocación de una ofrenda
floral al pie del monumento al General José Gervasio Artigas. Se
prosiguió con la “Marcha Mi Bandera”, finalizando el acto con la
salida de Pabellones y Banderas Patrias.
Cabe mencionar que acompañaron varias
delegaciones a caballo.
Al terminar el acto protocolar, el
Comité Amigos de Tarariras también colocó al pie del monumento a
nuestro prócer una ofrenda floral.
Para ver todas las fotos tomadas por
TararirasHOY en dicho evento, haga clic aquí.
Agregamos el discurso pronunciado por
el Sr. Jefe de Batallón “Oriental” de Infantería Mecanizado Nº4
Teniente Coronel Edgardo Villareal:
La
historia nos reúne hoy, 18 de Mayo para recordar la Batalla de Las
Piedras.
La Batalla de las
Piedras no fue un hecho espontáneo ni aislado. Fue un hito en la
historia nacional, fue la primera victoria del proceso
emancipador del Río de la Plata y marcó el ascenso de José Artigas
entre los caudillos de la época.
José Artigas, el
Capitán de Blandengues quien conocía como nadie a la campaña
oriental y a sus pobladores, en febrero de 1811 había llegado a
Buenos Aires para ponerse al servicio de la Revolución de Mayo. Allí
recibió el nombramiento de Teniente Coronel y el mando de las
milicias que pudiera reunir en la Banda Oriental.
A finales de marzo
regresa y el 11 de abril lanza la Proclama de Mercedes, un llamado a
la lucha que muestra la firmeza de sus convicciones y su capacidad
para inspirar a los orientales: “¡A la empresa, compatriotas,
que el triunfo es nuestro! Vencer o morir sea nuestra cifra, y
tiemblen, tiemblen esos tiranos de haber excitado nuestro enojo, sin
advertir que los americanos del sur están dispuestos a defender su
Patria y a morir antes con honor que a vivir con ignominia en
afrentoso cautiverio.”
Poco más de un mes
después, sus palabras se cumplirían...
El 18 de Mayo a las
once de la mañana comienza la Batalla: de un lado casi mil
patriotas, sin preparación militar, armados de lanzas improvisadas
con tacuaras y cuchillos, con pocas armas de fuego y apenas dos
cañones. En el otro bando al mando del Capitán de Fragata José
Posadas, mil doscientos soldados españoles profesionales, con el
doble de armas pesadas, con la mejor fusilería de la época.
Después de seis
horas de lucha, yacían en el campo de batalla casi un centenar de
muertos españoles y otros tantos heridos, el jefe español levanta
la bandera de parlamento y Artigas, envainando su espada le intima
personalmente a rendirse, comprometiéndose a respetar su vida.
Artigas, tiene para
con los vencidos dos grandes gestos de hidalguía y humanidad que
son únicos en la Historia:
- recibe la espada
del jefe vencido a través de un sacerdote, para evitarle una
humillación mayor, y
- ordena a sus
hombres “clemencia para los vencidos”, ni una gota de
sangre manchó las manos del vencedor.
Así termina la
Batalla, pero nace para la Historia la figura del futuro Protector de
los Pueblos Libres. Ese día también nació, bautizado con fuego,
el Ejército Nacional.
Ejército Nacional
que 207 años después continúa, como siempre, formando parte
indisoluble del resto de la Nación.
El Ejército
Nacional está integrado por ciudadanos que han elegido
voluntariamente servir al resto de la población, somos hijos,
hermanos, padres y madres que en beneficio de nuestro país elegimos
sacrificar derechos propios para asumir obligaciones en beneficio
del resto de la sociedad.
Quienes hoy
custodiamos las armas de la Patria, lo hacemos con el mismo
compromiso que aquellos anónimos orientales que lucharon en Las
Piedras, con el mismo amor por la Patria y con la misma fe y
esperanza en un futuro de libertad, paz y seguridad para todos los
uruguayos.
Custodiamos armas
que afortunadamente hoy no deben ser empleadas para luchar contra un
invasor, pero que empuñadas con mano firme y serena reflexión,
están siempre listas para la defensa de la soberanía, la
independencia e integridad territorial y para contribuir a preservar
la paz de la República.
Armas empuñadas
con mano firme gracias al constante entrenamiento que se lleva a cabo
día a día en todas las Unidades Militares. Entrenamiento que exige
al soldado, sin diferenciar jerarquías, llegar hasta los límites
del cuerpo y del espíritu, para estar a la altura de las
expectativas de todos ustedes, el día que sea llamado a actuar.
Defraudar a sus
conciudadanos no es una opción aceptable para el Soldado Oriental.
Armas empuñadas
con mano firme y serena reflexión, reflexión que se hace
bajo los ideales artiguistas, que garantiza a la sociedad como un
todo, que jamás participarán de disputas menores por intereses
sectoriales y que siempre, en cualquier circunstancia lo harán en
defensa de los valores permanentes consagrados por nuestra tradición
y recogidos en la Constitución de la República. Es este un
compromiso que se asume con ánimo
a pesar de las incertidumbres, con convicción a pesar de la
incomprensión y malicia de algunos pocos, pero más que nada con
la certeza de estar sirviendo a quienes, como ustedes:
vecinos, docentes, funcionarios, comerciantes, productores, eligen
diariamente trabajar por el Uruguay.
Sepan
todos, que junto a cada
habitante de la República deseoso de vivir en paz, hay un Soldado
dispuesto a defenderlo hasta el sacrificio
de su propia vida.