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08 diciembre 2013

HISTORIAS DEL CINE REX I

Hola mis queridos coterráneos, soy Milton Avondet, nací en la antigua Joaquín Suárez y desde San Pablo en Brasil, donde vivo hace más de 25 años quiero enviar un abrazo enorme y contarles algunas cosas de la historia del Cine Rex.
Para muchos hoy en día que no lo conocieron, el cine en el interior significaba mucho más que un lugar que pasaba películas, era lugar de encuentros de amigos familias y enamorados (cuantos romances y bodas) nacieron en lo oscurito del cine.

Imagina vivir en una sociedad donde no existía Internet, ni televisión, y en muchos barrios no había luz y no se llamaba Tarariras sino Joaquín Suárez.
Donde todos se conocían y se saludaban, donde las cosas eran más simples y auténticas.
En este época nació el cine Rex cuando Uruguay era todavía campeón del mundo.
Construído por La familia Ale, después de 2 años fue adquirido por el empresario Teófilo Avondet (mi padre) y con su familia comenzó a dirigirlo.

Yo me crié dentro del cine y ya desde chiquito participaba de sus actividades junto a mi familia.
Me comentaba gente grande de aquella época, que mi padre cuando se alejaba de la portería por alguna razón yo me quedaba en su lugar y como no llegaba a la altura de los clientes los aseguraba por los pantalones o polleras o lo que fuera en la entrada para que no entrasen sin darme las entradas.
Una de las cosas que me gustaba era trabajar de acomodador con una linternita pequeña cuando se apagaba la luz, donde ganaba monedas caramelos y una vez gané una flauta pequeña de propina.
La historia de Tarariras pasaba por el Hall de entrada del cine con funciones los martes, jueves sábados domingos a la Matinee (siempre lleno) y domingos de noche.
Mi padre Teófilo me contaba que en una de esas matinees , unos chicos de una familia de gitanos que pasaban a menudo por Tarariras pidieron para entrar y conocer el cine.
En esa función pasaban una película en blanco y negro “El monstruo de la laguna negra”.
Cuando entraron caminaron despacito por el pasillo, deslumbrados con el tamaño de la imagen en la sala oscura.
En ese momento el suspenso se confundía con un silencio forzado de los espectadores anunciando algo tenebroso que iba a suceder.
Fue cuando el monstruo saltó de las aguas con un grito aterrador.
Sin sentarse los tres chicos comenzaron a correr gritando hacia la puerta de salida, donde mi padre los esperaba con la puerta abierta y hasta la calle no pararon.

El cine continúa siendo un mundo de fantasías, donde yo me sentía casi como un vendedor de sueños.
Como decía “El Sabalero”: “lindo haberlo vivido para poderlo contar”.

Por: Milton Avondet


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Sab 7: Mesa de postres en AJUPTA.
Sab 7: Strogonoff del Rotary.
Dom 8: 3ª fecha Automovilismo.
Vier 13: Presentación Libro sobre Wilde Baridón.
Sab 14: Wafles a beneficio del Fondo Luisa Rostán.


 

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