El charrúa y el tero azul
El día viernes 5 de setiembre, en el
marco del proyecto “Ser
nativos”, vino Ayelén y su madre a realizar el taller
de construcción de “Guayaca” y nos contaron una hermosa leyenda:
“El tero azul”, se trataba de un joven charrúa, hijo de un
yuyero de la tribu, que llevaba consigo la responsabilidad de
continuar con la tradición. Un día fue convocado por el consejo de
ancianos para probar sus dones: debía encontrar el tero azul y hasta
no agotar sus fuerzas no debía comer, solo así podría alimentarse
y volver. En la búsqueda del tero azul el joven puso todo su empeño,
pero a pesar de ello no pudo encontrarlo. Cuando regresó a la tribu
enfrentó con tristeza al consejo de ancianos, pero dijo la verdad:
-no pude ver el tero azul. Entonces el consejo de ancianos reconoció
su valentía y admitió que sabían que aún no estaba preparado para
verlo, era solo una prueba.
“Nos gustó la historia por la
actitud del joven. Era valiente, porque fue en busca de algo muy
lejano, y enfrentó la prueba diciendo la verdad” -dijo un
alumno al respecto.
(Arriba: Ayelén contando la leyenda "El Tero Azul". Abajo: niños haciendo su "guayaca") |
La guayaca
Ayelén y su madre vinieron a
enseñarnos a hacer guayacas. Al principio todos nos miramos porque
no sabíamos de que se trataba, luego Ayelén nos explicó que era un
pequeño bolsito de cuero o tejido con fibras. Su uso más frecuente
fue para guardar pequeños objetos de gran valor para su portador.
Es así que los indígenas lo
utilizaban para transportar aquello de gran valor sentimental,
hierbas medicinales y otros.
Para hacerla se utilizan estos
materiales: Gamuza o cuero, hilos de colores, adornos y un objeto de
valor sentimental.
Procedimiento: Cortar un rectángulo de
7 por 16 cm aproximadamente, doblar a la mitad y perforar 3 o 4
agujeritos de cada lado. Coser en forma de cruz con el hilo de color
pasándolo por las perforaciones, cortar otro hilo a la medida de tu
cuello, adornar con digesitos de pulseras, atar en los extremos el
hilo que sujeta la guayaca para colgarlo de tu cuello, no olvides
guardar en ella tu objeto de valor.
“Fue muy divertido hacer la
guayaca, además consideramos que es muy valioso conocer como
nuestros antepasados guardaban sus objetos de valor” -comentó
otro alumno.
Agradecemos a Ayelén y a su mamá lo
que una vez más hemos aprendido sobre nuestra cultura indígena.